La tradición de desembarcar después de Heligoland se debe a que los transbordadores a la isla tienen un calado demasiado grande. Por tanto, no es posible desembarcar en el puerto. Para solucionar este problema, existen Heligoland los llamados Börteboote. Son barcos de roble de unos 8 metros de eslora que salen al encuentro de los transbordadores en cuanto éstos han fondeado frente a la isla.
Las lanchas blancas, verdes y rojas amarran ahora junto al transbordador, directamente en la escotilla de salida, que está justo por encima del borde del agua. Dos de los al menos cuatro marineros experimentados de las barcas se colocan junto a la escotilla y levantan a un pasajero tras otro agarrándolos rápidamente por los brazos. Allí les esperan los demás marineros. El equipaje y los pasajeros se distribuyen en la embarcación de modo que se garantice la uniformidad y no se produzca sobrepeso.
El desembarco en Helgoland se realiza con cualquier tiempo, lo que ha causado cierta ansiedad a algunos pasajeros. Sin embargo, puedes confiar en los muchos años de experiencia de los marineros. Tras sólo unos cinco minutos, el barco zarpa y lleva a los pasajeros sanos y salvos el resto del camino hasta Helgoland. Isla Heligoland.